La formación
de un lago
Los glaciares son uno de los principales causantes
de la creación de lagos y lagunas. Estas enormes masas de hielo se desplazan
lentamente y al hacerlo erosionan el terreno, excavando cuencas y dejando a su
paso grandes agujeros que se llenan con el agua de las lluvias, de las nieves o
del propio glaciar. Sin embargo, también hay lagos que tienen un origen bien
distinto. Por ejemplo, algunos ocupan antiguos cráteres volcánicos y otros se
han formado en el hueco dejado por la caída de un meteorito. Una parte del agua
de los ríos, cuando atraviesa terrenos de relieve muy accidentado, puede llegar
a quedarse aislada del resto de la corriente, formando un lago o laguna de
origen endorreico, es decir, que no tiene salida al mar.
Presas y
embalses
La construcción de una presa tiene sus ventajas y
sus inconvenientes. Por un lado, los embalses permiten la producción de
electricidad de una forma limpia, renovable y sin contaminar. Y garantizan el
almacenamiento de agua para el consumo humano o para el riego. Por el
contrario, la construcción de un embalse obliga a inundar grandes extensiones de
terreno, por lo que se pierde la fauna y la vegetación del lugar, así como
cualquier construcción humana en esa zona. Igualmente, una presa evita que los
sedimentos que la corriente transporta enriquezcan el fondo y las riberas del
río.
Al río Guadalquivir va a parar la mayor parte del
agua de lluvia que cae en Andalucía. Por ello, se han construido numerosos
embalses y presas en su curso y en el de sus afluentes. En la actualidad, la
cuenca del Guadalquivir cuenta con cincuenta y cinco grandes embalses, como los
del Tranco de Beas, Guadalmena, Guadalén y Jándula, en Jaén; Puente Nuevo,
Iznájar y Bembézar, en Córdoba; Bornos, en Cádiz; y Torre del Águila, Pintado y
Melonares, en Sevilla. Todos ellos ayudan a regular el caudal del río y evitan
que se produzcan inundaciones en las estaciones de lluvias.
El agua en
el mundo
El agua dulce en nuestro planeta es un bien escaso
y muy desigualmente repartido. Entre 1900 y 1995 la demanda mundial de agua se incrementó
seis veces debido al crecimiento de la población, crecimiento que aún no se ha
detenido. El agua disponible se ve, además, perjudicada por las inundaciones, las
sequías, el uso indiscriminado de las aguas subterráneas y la amenaza del
calentamiento global. Durante la década de 1990 el mundo padeció 143 sequías
que afectaron a 185 millones de personas en los cinco continentes.
No toda el agua que se extrae llega a consumirse;
casi la mitad se pierde por evaporación y una cuarta parte queda inutilizable
para el consumo humano por estar contaminada. En total, un 20 % de la población
carece de agua potable segura, y casi toda ella vive en el sur del planeta, en
países en vías de desarrollo.
Los zahoríes
Durante siglos los métodos disponibles para
explorar un terreno no permitían saber con seguridad si había agua bajo el
suelo. De esta búsqueda se encargaban los llamados zahoríes o radiestesistas. Los
zahoríes son personas que recorren el terreno a pie llevando con ellos una
vara, generalmente de avellano, en forma de horquilla. Sujetan la vara con
ambas manos y esperan a «percibir» la presencia de agua a través de las
vibraciones que esta les transmite.
Hoy en día se siguen utilizando sus servicios, sobre
todo en el medio rural, ya que las prospecciones de terreno son caras. Sin
embargo, no existe ninguna prueba científica que avale la eficacia de los
zahoríes.
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