UNIDAD 9. EL CLIMA

Los mapas del tiempo

La predicción del tiempo es muy importante para el desarrollo de las actividades humanas, principalmente para la agricultura y el tráfico marítimo y aéreo. En España, la Agencia Estatal de Meteorología elabora cada día el mapa del tiempo a partir de los datos recibidos en algunas estaciones (gracias a instrumentos como el barómetro, el pluviómetro, etc.) y la fotografía enviada por el satélite Meteosat.

Generalmente, se usan dos tipos de mapas: mapas con dibujos y mapas de isobaras. En los mapas con dibujos se emplean símbolos pictográficos (es decir, que representan las cosas de forma parecida a como son en la realidad); por ejemplo, se indican las zonas donde habrá tiempo despejado mediante un sol, el cielo cubierto mediante una nube, las tormentas con un rayo, etc.


En los mapas de isobaras se unen con líneas los puntos que tienen igual presión atmosférica. En ellos se distingue entre áreas de alta presión, que se denominan anticiclones y se señalan con una A, y áreas de baja presión, que se denominan borrascas y se señalan con una B. Las altas presiones dan lugar, en general, a un tiempo estable y las bajas presiones, a un tiempo inestable y lluvioso. También se representan los frentes, que son líneas de contacto entre dos masas de aire de características distintas. Los frentes pueden ser cálidos y fríos. Los cálidos se asocian, normalmente, a un tiempo estable; y los fríos, a un tiempo perturbado.

Las zonas climáticas del mundo

En nuestro planeta existen tres zonas climáticas diferentes como consecuencia del desigual calentamiento: las zonas polares, las zonas cálidas y las zonas templadas. Esta circunstancia permite hablar, a escala global, de climas fríos, cálidos y templados.

Las zonas frías están situadas una en cada hemisferio, dentro de los círculos polares. En estas zonas, la insolación es mínima, pues los rayos solares llegan casi tangencialmente a la superficie. Las zonas frías tienen un clima polar, donde se dan las temperaturas más bajas de la Tierra. Ningún mes supera los 10º de temperatura media y las precipitaciones son casi inexistentes. 

La zona cálida se encuentra al norte y al sur del ecuador, entre los dos trópicos. En ella, la insolación es máxima, porque los rayos solares inciden casi verticalmente. En la zona intertropical, la temperatura media del mes más frío es superior a 18º. 

Las zonas templadas están situadas una en cada hemisferio y se extienden desde los trópicos hasta los círculos polares. En estas latitudes, los rayos solares se reciben oblicuamente. Los climas de esta zona se caracterizan por la sucesión de cuatro estaciones, con diferencias notables de temperaturas y precipitaciones entre ellas.

El riesgo de inundaciones

Las inundaciones se producen cuando el agua invade zonas que generalmente están secas. Lo más frecuente es que surjan como consecuencia de lluvias intensas, del desbordamiento de ríos o ramblas o de la subida brusca de la marea. En la zona mediterránea es característico el fenómeno de la gota fría, que se produce cuando el aire a baja temperatura de las capas medias y altas de la atmósfera choca con el aire cálido y húmedo que asciende del mar. Este fenómeno causa precipitaciones intensas e inundaciones.

Las inundaciones suelen tener graves consecuencias. El desbordamiento de los ríos arrasa las cosechas y causa serios daños en las infraestructuras cercanas, como puentes, carreteras, viviendas…, e incluso accidentes mortales provocados por la fuerza de las aguas.

Prevenir las inundaciones no siempre es fácil. Sin embargo, se han desarrollado mecanismos para tratar de hacerlo. Por ejemplo, se han construido embalses para controlar la capacidad de desagüe de los cauces fluviales. Además, el curso de algunos ríos ha sido desviado para alejar el peligro de las ciudades, como en Valencia o en Sevilla, o incluso se han canalizado cursos fluviales, como el Segura. En lo que respecta al riesgo de inundaciones marinas, se han construido diques para controlar las aguas. La predicción meteorológica alerta igualmente de posibles riesgos de inundaciones.


Los vientos de nuestro país

Los vientos son uno de los factores que influyen en el clima. En España no suelen ser muy fuertes, sus velocidades raramente superan los 50 km/h, aunque en ocasiones se observan rachas superiores a los 180 km/h. Estos son algunos de los vientos más frecuentes:

Cierzo: Se da en el Valle del Ebro y es un viento seco que presenta rachas que en ocasiones superan los 100 km/h.

Galerna del cantábrico: Es un temporal de viento y lluvias que se forma súbitamente en algunos días calurosos.

Alisios: Vientos frescos y cargados de humedad que chocan contra la vertiente norte de las islas Canarias.

Levante: Viento del este que se da en el estrecho de Gibraltar, Mar de Alborán y Murcia.

Lebeche: Se da en la costa murciana y alicantina. Es un viento del suroeste muy húmedo que arrastra polvo del Sahara.

Poniente: Este viento sopla desde la costa portuguesa hacia la Península, arrastrando borrascas atlánticas.

Solano: Viento cálido que sopla del este en Castilla-La Mancha y Extremadura.

Tramontana: Propia de las Islas Baleares y de Cataluña, es un viento frío y turbulento que viene del norte.


El clima urbano

La ciudad constituye la forma más extrema de transformación del paisaje natural, pues llega a modificar incluso el clima, dando lugar a lo que se conoce como isla de calor. 

Las grandes ciudades generan un clima propio debido a diversos factores. Por un lado, son enormes extensiones de edificios altos, que suponen un freno a los vientos; además, el asfalto de las calzadas y calles retiene el calor durante el día y lo libera por la noche; la falta de grandes extensiones verdes contribuye también a alterar el clima.

A estos factores hay que sumarle la presencia de millones de seres humanos y sus actividades: transporte, industria, residuos, gases expelidos a la atmósfera, calefacciones y aire acondicionado, etc. En general, en la ciudad se dan temperaturas más altas que en el entorno y el fenómeno es más notable cuanto mayor es el tamaño de la ciudad. Casi podemos hablar de un efecto invernadero particular dentro del efecto invernadero propio del planeta. 

La ciudad ocasiona, además, que el período frío del invierno sea más breve y que el verano se alargue, disminuyendo las diferencias climáticas propias de las estaciones intermedias, es decir, otoño y primavera.


El cambio climático y el Premio Nobel de la Paz

La idea de que el deterioro de la Tierra es culpa de la actividad humana, de la explotación desaforada de los recursos naturales y de la contaminación a la que sometemos a la atmósfera, las aguas y el suelo, se ha implantado en la conciencia de buena parte de los ciudadanos. 

En 2007, el Premio Nobel de la Paz fue otorgado conjuntamente a Al Gore y al Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático como muestra de esta creciente concienciación. A menudo, el mensaje de los ecologistas suena a tremendismo y pesimismo, pero es necesario comprender que ese futuro ya ha llegado y sus efectos son visibles y palpables.


Los aviones modifican el tiempo atmosférico

Tras los atentados del 11S en Nueva York, el espacio aéreo americano permaneció cerrado al tránsito de aviones durante varios días. Esto permitió a los expertos en el clima estudiar las posibles variaciones que se producían en el tiempo atmosférico de Nueva York y sus alrededores y de hecho se constató un cambio real en las zonas más transitadas por las rutas aéreas. La diferencia entre las temperaturas diurnas y nocturnas fue más acusada durante esos días.

Y es que el efecto de las estelas de los aviones provoca cambios en el tiempo atmosférico, especialmente en las zonas cercanas a los aeropuertos o en las que se encuentran las rutas con tráfico más intenso.

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